martes, 26 de junio de 2007

De repente


De repente, se me ocurre que vamos a encontrarnos en alguna calle de Buenos Aires.
Tal vez mientras esperamos el cambio de luces de un semáforo para cruzar una avenida.

O quizás, te lleve por delante cuando estás saliendo de un negocio.
O nos crucemos en alguna esquina, simplemente.

Se me ocurre que vamos a vernos muy cambiados. Los dos con kilos de más: vos, con menos cabello; yo, con más arrugas. Pero vamos a reconocernos, igual.
Se me ocurre que vamos mirarnos con el asombro de descubrir que aún podemos coincidir en los mismos sitios. Después nos daremos la mano, o un beso fugaz en la mejilla, como hace todo el mundo cuando se saluda.

Se me ocurre que tu voz va a ser la misma y mi sonrisa tendrá idéntica alegría que tenía entonces, y vas a decirme lo mismo que antes me decías para frenar mis fantasías: "por favor, no idealices, situaciones...".
Se me ocurre que vas a invitarme a un barcito para tomar un café juntos, como solíamos hacerlo.

Se me ocurre que vamos a formular preguntas obvias, elementales, previsibles: "¿cómo estás?", "¿qué fue de tu vida todos estos años?", "¿cómo están tus hijos?", "¿dónde estás trabajando ahora..?."
Pero habrá una pregunta que no me atreveré a hacerte, una pregunta que quedará escondida en un silencio, en el brillo de mi mirada, en el temblor de mis manos.
¿Has vuelto a enamorarte de otra mujer en estos años?
¿Has pensado alguna vez en mí, me has recordado?
¿Has sentido nostalgias de nuestros encuentros...?

Se me ocurre que vas a asombrarte de todo lo que tengo para contarte: que me divorcié, que volví a enamorarme, que me casé de nuevo, con un hombre que estuvo dispuesto a darme todo lo que no te atreviste a ofrecerme.
Te contaré que hice cosas que antes no había hecho, que trabajé y fui reconocida en mi trabajo, que fui aplaudida, que edité un libro y firmé autógrafos, que ofrecí charlas a jóvenes que me admiraban. Que comencé luchas impensables en aquella vida mía que conociste, hace ya tanto tiempo.

Se me ocurre que también tendrás muchas cosas para contarme. Pero, conociéndote, sé que no voy a sorprenderme cuando me entregues esa síntesis apretada y escueta que siempre supiste hacer de tu existencia. Y se me ocurre que sentiré la tristeza oculta en tu mirada, la nostalgia de tu voz y una pretérita ternura deslizándose en el apretón de mano de nuestra despedida.
Que me daré vueltas varias veces para mirarte, mientras te quedas viéndome partir, como hiciste siempre, aunque no sé si podrás sentir al menos algo de lo que sentías antes. Y que sentiré la misma tristeza y probablemente me preguntaré por qué tuvimos que encontrarnos nuevamente, después de años de vidas separadas, de distancia y de silencio entre los dos.

De repente, se me ocurre que mejor sería que no te encuentre nunca. Que sigas siendo un recuerdo. Un recuerdo evocado tiernamente, amablemente, cada vez que la vida me da tiempo para pensarte. *

2 comentarios:

maría magdalena gabetta dijo...

Bellísimo!!! ahh que similares situaciones vivimos alguna personas, que de ideas y sentimientos semejantes. Me gusta leerte porque me encuentro en tus letras. Magda

Unknown dijo...

Me parece muy bello lo que escribis!!!!!!, Esto por ejemplo...es una idea que siempre me ronda en mo cabeza, tu le has puesto palabra......
Gracias