miércoles, 21 de mayo de 2008

La visita


Está sola. No sola de la soledad físca, de la ausencia de compañía, sino sola de afecto, de apoyo, de comprensión. Sola de acompañamiento espiritual.
Sola. Piensa en los problemas que la acosan: empleo inestable, poco dinero, cuentas a pagar, familiares con problemas de salud casi sin solución, un dolor corporal que la deja con una sensación de incapacidad para hacer lo que le gusta. Pasa las noches sin dormir, dandose vuelta en su cama, cambiando la almohada de lugar, mirando los números del reloj digital que marcan el paso inevitable de las horas.
A veces, piensa que la solución sería la muerte. Que simplemente dormir y no volver a despertarse, sin necesidad de dejar cartas de despedida, sin haber dado señales de advertencia, sería lo único que podría rescatarla de esta angustia.
Se siente perdida en el laberinto de la vida y no encuentra la salida. A veces llora, en otras calla y disimula, luego de haber confirmado que si intenta compartir con alguien el motivo de su tristeza los demás se apartan, asustados.
Nadie sabe cómo ayudarla, y ella no sabe cómo pedir auxilio.
De pronto, suena el timbre. Aparece el hombre, con una sonrisa tenue y afectuosa. Viene a traerle las fotografías para completar un trabajo de publicidad, explica. Ella le agradece. Mira las fotos, intercambian algunas opiniones técnicas.
Es casi mediodía, un mediodía soleado de otoño, y una ráfaga de viento le revuelve los cabellos blancos, dándole un aire juvenil que la sorprende. Sus miradas se encuentran y ella comprueba que tiene los ojos color de miel y están llenos de ternura. Se sonríen.
Antes de marcharse, él le extiende la mano para saludarla, con un apretón firme y prolongado. De repente, acerca su rostro al de ella y le da un beso en la mejilla. Ella le responde de la misma manera y se siente conmovida.
Mientras lo ve alejarse para subir a su automóvil, siente que una emoción que creía olvidada la domina. La esperanza retorna a su vida. Y decide dejar de lado la alternativa de la muerte.
Tal vez la vida le entregue una nueva ilusión.