viernes, 8 de agosto de 2008

Perdida en el silencio


Estoy perdida. Perdida en el silencio, aunque a mi alrededor otros hablen, comenten, intercambien anécdotas en voz alta y susurren confidencias.
Estoy perdida en el silencio, en medio del tumulto, de la música, de las risas y los gritos de entusiasmo que de vez en cuando dejan escapar los adolescentes reunidos en la habitación del fondo, festejando un cumpleaños.
Estoy perdida en un silencio oscuro y doloroso. A pesar del ruido y de las luces, del murmullo irrenunciable de la vida joven que late sin descanso al alcance de mi vista y de mi oído.
Me siento perdida en ese silencio que deja la ausencia de tu voz. Días sin escucharte, aunque más no sea decir esas palabras formales que concretan la pregunta cómo estás.
Me asusta estar tan sola y tan perdida. Me asusta necesitarte de este modo, como al oxígeno, como a la luz del sol, como el agua fresca en una tarde de verano.
Me asusta esta dependencia irremediable en la que yo misma me he colocado, tal vez de manera inconsciente, pero también por mi propia voluntad.
Y mientras otros ríen, cantan y festejan, yo sólo puedo balbucear una oración silenciosa: “Por favor, háblame”.

Necesito que me rescates del silencio. Necesito que me salves de la soledad.

No hay comentarios: